Estimados lectores,
La conquista de México marcó el fin de una civilización, de un modo de vivir y de pensar, para dar paso al comienzo de otra. Lo nuevo, nutrido por la cosmovisión de la civilizaciones mesoamericanas y fortalecido con la herencia de una cultura fecunda y compleja como la española, abrió camino a lo novohispano, antecedente de lo mexicano. En esta integración de conciencia y de pensamiento encontramos una visión enriquecida, particularmente en el terreno artístico. Así es como a lo largo de los años, a través de una incansable tarea en busca de nuevos horizonte, nuevos colores, nuevas inspiraciones y espacios para regocijar el alma, se han sumado grandes nombres y propuestas forjando la continuidad del amplio y diverso acervo artístico de México. En este libro está reunida la creación opulenta, el ingenio y el talento de tres siglos de creación artística.
Esta recopilación inicia con dos figuras representativas de la pintura novohispana, Juan Correa y Miguel Cabrera. Continúa con el neoclásico, que trajo a nuestro país el valenciano Manuel Tolsá. Recorre la reapertura de la Academia en 1848 bajo la dirección de Pelegrín Clavé, cuando inicia un período de gloria académica, a la que pertenecieron José María Velasco y sus alumnos Diego rivera, Roberto Montenegro, iniciadores de la conocida Escuela Mexicana de Pintura y del muralismo, a los que se suman José clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros en la primera mitad del siglo XX. El impresionista de Joaquín Clausell y el expresionismo del doctor Atl. En su recorrido cronológico se aprecia también a los artistas que abrieron paso al arte moderno Carlos Mérida y Rufino Tamayo. También se encuentra representado el surrealismo, el movimiento de Ruptura de los años cincuenta que se dirige a la abstracción y al arte no oficial, promovido por José Luis cuevas, Manuel Felguérez, Fernando García Ponce, Pedro Coronel, Lilia Carrillo, Alberto Gironella. En los ochenta el neomexicanismo y las propuestas de la corriente oaxaqueña, motivada por la visión de Toledo, Nieto y Morales; el neoexpresionismo, el hiperrealismo y el arte conceptual, que marca fuertemente el cambio hacia el siglo XXI.
Cada página alberga un trabajo conciso pero de gran relevancia por cada uno de los protagonistas y las obras que lo integran: 250 artistas plásticos, en su gran mayoría mexicanos y algunos latinoamericanos que han amado y honrado a nuestra cultura, están reunidos en el tiempo. Todos ellos han construido y reconstruido en colores y formas los sueños de nuestra patria mexicana. Son ellos los que con su obra han dado voz a la grandeza de nuestro espíritu, a ese aliento implacable y audaz que se atreve a soñar ámbitos nuevos, a abrirse paso ante las tempestades y mantenerse unido y solidarios enfrentando con imaginación nuestro propio y particular destino. El alma mexicana es inconfundible: lo mismo sabe de tragedias que de alegrías, de cantos vernáculos, de búsquedas inexorable, de revaloraciones y reconocimientos que del dolor amargo y las desolaciones. Pues en el arte del mexicano todo cabe, todo es elemento y voz perceptiva. La sensibilidad mexicana contiene una apreciación única de la existencia; no teme a la muerte, porque para ella la vida es continua, ya que a veces los vivos están medio muertos y los muertos aún están vivos. Esta sensibilidad nuestra es profunda, afectiva, melodiosa, atrevida y alegre por naturaleza; su vuelo sabe llegar a ese punto en el que la eternidad de uno se funde con la eternidad completa y la verdad de lo que en esencia somos se nos revela.
Están aquí contenidos diecisiete años de trabajo, de compartir con ustedes este maravillo proyecto lleno de encuentros, en el que he descubierto, uno a uno, el compromiso y el amor profundo con el que cada artista crea y comparte desde esa intimidad a la que le arrancan sus sueños y cavilaciones. De sus manos emana un canto de colores, el vaivén de las líneas, arrebato de trazos cargados de emociones, pues tienen la virtud de con pocos medios lograr grandes efectos. Me he aferrado a él, sorteando todo tipo de atropellos, porque me place mantener vivo este diálogo, porque he considerado que este enlace, este puente que une a la voz creadora con la sensibilidad de quienes miramos y apreciamos sus trabajos no puede pagarse por la ideas necias de quienes consideran que el arte ya no está de moda, que lo moderno está en la tecnología y en las posesiones materiales, cuando una de las más altas posesiones que exaltaron a las grandes culturas del pasado era la voz indescriptible de la estética.
Mi más grande aliento han sido, sin duda, los artistas y ustedes lectores, porque su visión de altos vuelos me motiva e invita a hacer lo que hago. Mi agradecimiento a todos mis colaboradores, a las instituciones que promueven el arte y la cultura, a los coleccionistas, a nuestros patrocinadores que se han sumado con entusiasmo a este proyecto, a mis padres, a mi esposo, a mis hermanos y a mis amigos. Cada uno, de distinta manera ha motivado mi espíritu. La vida es en sí una creación permanente y los artistas con su trabajo nos abren el camino. ©2013